Actualización: Enero 2022

La gala de los Premios Goya 2022, programada para el 12 de febrero, tendrá un sabor especial para todos los valencianos, no solo porque se celebrará en el Palau de les Arts sino porque la película Un blues para Teherán, dirección de producción: Alejandra Mora, y Eddie Saeta, competirá por el preciado galardón en la categoría de mejor película documental.

Un blues para Teherán - Javier Tolentino

El largometraje documental de Javier Tolentino se estrenó durante la pasada edición del Festival de Gijón. Su producción estuvo a cargo de la productora audiovisual Quatre Films, estudio responsable de gestionar el recorrido del director, guionista y crítico cinematográfico por la música de un Irán generalmente desconocido por la cultura occidental.

 

Ficha descriptiva y nominación a los Goya

Título: Un Blues para Teherán | Dirección: Javier Tolentino | Guion: Javier Tolentino, Doriam Alonso | Fotografía: Juan López | Género: Largometraje documental | Dirección de Producción: Alejandra Mora, Eddie Saeta | País: España | Año: 2021 | Fecha de estreno: 2-7-2021

La cinta de Javier Tolentino, conocido por conducir el programa El séptimo vicio de Radio 3, fue preestrenada el pasado 29 de junio en La Filmoteca, y estrenada oficialmente el 2 de julio. Tanto el Institut Valencià de Cultura como la cadena À Punt han participado en la financiación de un film donde Alejandra Mora ha sido la encargada de dirigir la producción.

La película competirá, en la categoría de mejor película documental, con Quién lo impide, de Jonás Trueba, Héroes: Silencio y Rock & Roll, de Alexis Morante, y El retorno: la vida después del ISIS, de Alba Sotorra.

Objetivo del director

El director pone el foco en la música como la forma en la que los jóvenes iraníes tratan de superar las barreras dogmáticas y políticas que les son impuestas en una sociedad llena de contrastes.

A través de sus canciones, los personajes comparten con el espectador su propio proceso de descubrimiento personal en un entorno poco propicio para la creatividad. El film adopta la perspectiva de una concatenación de personajes conectados por un hilo conductor común: la música, los sueños y las esperanzas.

El principal objetivo del director es descubrir un legado musical trascendental que se manifiesta en la expresión de los jóvenes. La obra destaca por su estética y perspectiva original, la concatenación de rostros y expresiones que recorren un territorio extenso y variado que ha sido ignorado —como suele suceder, irónicamente, en la llamada aldea global— por las autoridades de la capital y del mundo. La producción constituye no solo un testimonio novedoso sobre la apreciación cultural y muchas veces marginal de la tradición persa, sino también sobre la pureza con que los músicos, poetas y artistas se descubren a sí mismos a través de una herencia milenaria.

Un blues para Teherán es una pieza de gran calidad estética que produce, en todos sus pliegues, un encuentro obligado entre la tradición y la modernidad. El gran logro de este largometraje es la confianza y el descarado enamoramiento con los que Javier Tolentino, siendo su primer trabajo como director, se mueve por un territorio del cual no es nativo. Se dice también que su singular contenido es el mismo acto del descubrimiento y que, en la cuna de la civilización, este hecho se demuestra como extraordinario por necesidad y humilde por naturaleza.

 

Producción

Javier Tolentino acaba de retirarse como director y conductor del programa de Radio 3, El séptimo vicio, en el cual realizó crítica y análisis cinematográfico por algo más de dos décadas y que le valió un Premio de la Crítica. Su debut cinematográfico llega más tarde de lo que cualquiera hubiera querido, especialmente en relación con el resultado. En efecto, el director debió encontrarse con la necesidad casi gutural de explorar nuevos territorios antes de encarar la obra.

Con estos antecedentes, no sorprende que Tolentino haya elegido a la música como energía y materia conductora de la exploración de la cultura iraní; la mezcla de lo tradicional y lo moderno se produce constantemente frente a su mirada, aunque no agota las posibilidades de lo cotidiano, lo inclasificable, lo efímero y doméstico de los habitantes de la región.

Su ópera prima es a la vez íntima y ambiciosa; por un lado, responde a su inalienable amor por la cultura iraní y su cine; por el otro, implicó la producción y ejecución de un proyecto cinematográfico de envergadura en un país en el que este tipo de producciones se encuentran muy vigiladas.

Él mismo lo dice en entrevistas: «Poner una cámara en las calles de Irán a rodar es ya tener un foco de problemas». Sin embargo, y pese a los innumerables inconvenientes que esto le presentó, el director encontró la manera de capturar con delicadeza la añoranza que vive en el corazón de los músicos y poetas iraníes.

Un Blues para Teherán premios Goya

Un blues para Teherán: la película

El tema formal del documental de alrededor de 80 minutos es la música persa, aunque no se detiene en la superficie del enfrentamiento entre la tradición y la actual falta de libertad de expresión y experimentación.

Erfan (un joven kurdo soñador, poeta, músico e inexperto en el amor), es quien «protagoniza» el testimonio y quien ofrece la perspectiva de la juventud a través de la ironía, del afán por convertirse en un artista cuyas aspiraciones estéticas sirven de combustible para escapar de las limitaciones que le ofrece el actual régimen.

De la mano de Erfan Shafei el espectador emprende un viaje a través de los contrastes entre oriente y occidente y entre modernidad y tradición, unos contrastes que impregnan la cotidianeidad de Irán y que conforman su panorama contemporáneo.

De hecho, el joven muchacho iba a ser asistente del director, según este último explica, lo que demuestra su afán y su voluntad por expresarse más allá de lo que su contexto le ofrece —y también la intuición del director para saber que esto solo podía enriquecer el filme—.

En efecto, la búsqueda se constituye a partir de las canciones iraníes y su ejecución por parte de gente joven. Este es, según el director, el énfasis desde el que la cámara comunica y matiza la expresión misma. La cultura iraní, para el grupo de músicos reunidos en Rasht, al norte de Irán, se expresa en la música, hecho al que no le faltan las contradicciones; la expresión vedada a las mujeres mediante la prohibición y la censura es prueba de ello.

Mejor película documental Goya 2022

El papel de la mujer en la cultura iraní

Mención especial merece el papel que se otorga a las mujeres iraníes, cuyos derechos fundamentales son sistemáticamente vulnerados en el mundo musulmán. Las mujeres que cantan son tachadas de impuras, ya que se les considera objetos de deseo.

La cinta pone de relieve una confrontación de identidades que se solapan en una condena soterrada (a la par que evidente) del régimen autoritario y patriarcal del país, donde no encuentran su sitio ni las mujeres ni los amantes de la cultura y que, a pesar de ello, no se resignan a sufrir este destierro en su propia patria.

En todo momento se percibe que la música y la cultura son capaces de amenazar a los poderes establecidos, ya que detrás de cada canción hay una historia de lamento y derrota, un desgarrador grito de libertad parcialmente silenciado que tiene el poder de remover conciencias y de hacer temblar los cimientos construidos por unas autoridades que han hecho del miedo su principal arma.

Tolentino invita al espectador a recorrer las calles y a acercarse a las gentes de Irán en un canto poético a la libertad, una declaración de amor a la música persa y a la cultura iraní, que sobrevive a pesar de todas las voces que tratan de enterrarla.

Una de las frases que figuran en el tráiler oficial recoge el espíritu reivindicativo que se desgaja a lo largo de los 77 minutos del largometraje:

Una pintura no se ve en la oscuridad, pero la música se escucha hasta detrás de los muros.

Estreno y galardones de Un Blues para Teherán

Aparentemente, los inconvenientes y problemas constantes con las autoridades del régimen iraní, así como también el incidente que los llevó a la comisaría y que les hizo perder parte del material, valieron la pena: el documental ha recibido nada más que elogios y celebraciones por parte de los críticos y especialistas en la materia. Ha sido seleccionado en una multitud de festivales de cine de todo el mundo, lo que lo convierte en una primera obra consagrada y en un debut magistral.

Festivales

  • Festival de Gijón – noviembre 2020
  • MiradasDoc – marzo 2021
  • Festival de cine de Las Palmas – abril 2021
  • CPH: DOX – abril 2021
  • Festival Internacional de Cine de Moscú – abril 2021
  • D’A Film Festival Barcelona – mayo 2021
  • Dífferent! L’autre cinéma espagnol de París – junio 2021

Galardones

  • Premios Goya: Nominación a mejor película documental – febrero 2022

Para el público en general, el estreno de Un blues para Teherán se realizó el pasado 2 de julio y la obra se encuentra en cartelera.

Javier Tolentino

Licenciado en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. A cargo del Máster de Radio de la UCM y la RNE. Es periodista cinematográfico y director. A lo largo de su carrera recibió múltiples galardones asociados con la crítica, escribió varios libros sobre cine y dirigió varios programas de radio sobre análisis cinematográfico.

 

A través de la mirada de un joven soñador, Un blues para Teherán suena como un grito casi ahogado de libertad en un mundo de represión. La nominación de la película para los Goya 2022 es todo un orgullo para el equipo de Quatre Films, productora audiovisual en Valencia.

Actualización: Enero 2022

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