David Puttnam ha producido películas como “Carros de fuego” (1981) de Hugh Hudson, ganadora de un Oscar, o “La misión” (1986) de Roland Joffé, ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes. En este post queremos recoger algunas de sus ideas acerca de la responsabilidad social del cine y el audiovisual.

La fuerza del audiovisual y el cine, por la capacidad de impregnación psicológica que tiene la imagen, es tan intensa que sus historias, comportamientos y personajes son percibidos por el espectador como espejo de la vida, convirtiéndose por tanto, en una auténtica fábrica de realidad.

Por tanto, cuando hablamos de responsabilidad social del audiovisual, no hablamos únicamente de la exigencia de la veracidad y la pluralidad en la información sino sobre todo de la responsabilidad social como reproductora y creadora de realidad; y por eso, el audiovisual y el cine deben servir al bien común tanto social como cultural.

Vivimos en una sociedad y cultura mediatizada y en consecuencia la persona se encuentra influenciada por ella. Como demuestran hechos como la manipulación mediática, el fomento del consumismo, la violencia, la subliminalidad, etc. Sin embargo, la cultura no es un fin en sí misma, está al servicio de la persona y debe respetar los derechos humanos; ya que si no, se convertiría en “anti-cultura”, yendo en contra del bien mismo de la persona.

El audiovisual, el cine, la cultura estarían traicionando su fin si propagaran comportamientos antisociales, ya que por encima, de lo económico están los derechos fundamentales y valores sobre los que se asienta la sociedad democrática.

Es un hecho que nuestra visión del mundo se adapta bastante a la realidad que vemos a través de medios como la televisión y el cine. Y es precisamente aquí, donde surge la responsabilidad social de los medios audiovisuales y de los profesionales que en ellos trabajan.

O en otras palabras, la responsabilidad social del medio audiovisual tiene su fundamento en lo que G. Bettetini llama la “verificación”, que es “el contrato que se establece entre quien transmite y quien recibe, adquiere un papel mucho más potente quien transmite, porque posee una imagen que le atribuye una función institucional, socialmente legitimada”.

Lo señalaba Bill Gates con su ya famoso: “Who owns images owns heads”. Esto tienen especial importancia para el público infantil y adolescente en el que la imagen televisada ejerce todavía un mayor realismo por la carencia de experiencias alternativas y por la natural ausencia de sentido crítico y madurez psicológica del individuo. Es mucho más que altruismo, es un deber social.

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